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Festinalent

EL CAPITÁN DE NAVÍO VICENTE EMPARAN Y ORBE

  • por

REVISIÓN RETROSPECTIVA

JAIRO BRACHO PALMA

Aclaratoria

El presente ensayo forma parte de uno de mayor extensión referido a una mirada retrospectiva sobre las actuaciones de Ángel Laborde y Navarro, y Vicente Emparan y Orbe, marinos de guerra de excepcionales ejecutorias. 

Considerando el irrefutable hecho de que nuestra historia es próvida en acontecimientos, hitos y héroes, capaces de soportar cualquier comparación, por muy eurocéntrica que fuera, podemos revisar algunas creencias colectivas, que con los siglos han pasado a ser parte de nuestras más íntimas convicciones. 

Sobre Emparan y Laborde se cierne una sombra de ignominia y malos afectos. Ambos actores de dos épocas distintas que tocaban su final. Uno, el último capitán general en funciones. El otro, el último comandante del Apostadero de Marina de Puerto Cabello.

Hoy sólo nos referiremos a Vicente Ignacio Antonio Ramón Emparan y Orbe en sus primeros años, cuando ejercía de marino de guerra, y su salto a la política en la América colonial.

Casa Torre de la familia Emparan

Como es costumbre, obviaremos los pie de páginas, reservada para la colección de ensayos donde será publicado, medida tomada por las razones comentadas en su oportunidad sobre plagios y reescrituras.

Según Ildefonso Leal,  Emparan fue señalado como “Como el gobernante inepto, corrupto, dogmático, tiránico, empeñado en remachar las cadenas de ignominiosa esclavitud española. Emparan -se dice en muchos de esos textos- no era más que una lacra, un estorbo, digno de ser expulsado para que la Patria creciera altiva y risueña”. 

Esto ha resultado no ser cierto, su gestión al frente del gobierno de Nueva Andalucía y Barcelona, y en la Capitanía General de Venezuela nos indica que fue un hombre tolerante, progresista, inclusivo, que miró por el bien público. 

Por ahora nos ocuparemos de sus primeros años.

Azpeitia

En las tierras de Euskadi se encuentra la casa de la familia Emparan, un edificio de planta cuadrada sin patio central, con cubierta a cuatro aguas, construida en el siglo XIV. Resguardaba los vados del río Urola.  Una de las más antiguas de Guipúzcoa. Guerreros, marinos, letrados, eclesiásticos, fueron considerados tanto por su cuna como por sus ejecutorias. 

José Joaquín Emparan Zarauz y Velasco, XV señor de la casa torre y palacio de Emparan, fue un noble de Azpeitia. Estuvo muy vinculado a la vida política local. Varias veces alcalde, diputado y juez de su pueblo natal, ejerció otros cargos, como  teniente de alcalde y  regidor mayor. También se desempeñó en el pueblo de Segura como procurador (1760). Alcalde y juez de Ermua (1746), diputado en Fuenterrabia (1748), procurador en Motrico, Cestomo, Aiscoitia y San Sebastián (1789), entre otros destinos de su dilatada carrera como funcionario público.

María Ana de Orbe y Zárauz pertenece a la casa Orbe, arraigada en el caserío de Anguiozar, en  Guipúzcoa. Hija de Francisco Antonio de Orbe y Larreategui, coronel de los ejércitos y diputado  de Ermua en 1748, y de María Teresa de Zárauz Gamboa y Olaeta, originaria de Oñate.

María Ana había nacido el 13 de marzo de 1723. Sobrina de Antonio de Orbe y Larreátegui, obispo de Barcelona, arzobispo de Valencia, presidente del Consejo de Castilla, inquisidor fiscal en Sevilla, e Inquisidor General de España, entre otros. Hermana del primer marqués de Valdespina y vizconde Santa Cruz.

José Joaquín Emparan contrajo matrimonio con María Ana de Orbe en Oñate, el 26 de octubre de 1744. Hicieron vida en Azpeitia. De prole fecunda, algunos de sus quince hijos tuvieron una importante actuación pública. Podemos mencionar algunos de ellos.

  1. Francisco: El mayor de los hijos, nacido el 5 de agosto de 1745. Continuó el mayorazgo de la familia. XVI señor de la casa Emparan. El primero en heredar el título de marqués de Monterrón.
  2. Manuel Antonio: Ocupó plaza como guardiamarina el 22 de julio de 1746. Murió como capitán de navío al mando de su buque, el San Hermenegildo, el 12 de julio de 1801 en la batalla nocturna del estrecho de Gibraltar. Combatió por error con el navío Real San Carlos, ambos creyeron luchar contra el navío inglés Superb. Se dice que otro hermano murió a bordo del San Carlos.
  3. José Joaquín: Alcanzó el grado de teniente de navío .
  4. Miguel José: alférez de fragata. Combatió al lado del general Callejas contra el grande Hidalgo. Murió el 17 de enero de 1811 en México en la famosa batalla del Puente de Calderón.
  5. Mateo: fue general del ejército. En 1799, el gobernador de Trinidad Tomás Picton se había enterado del arribo de un regimiento de quinientos hombres a la Guaira  y la presunta salida de un grueso de tropas desde el Ferrol para una invasión franco–española desde Cumaná, o  posiblemente desde las bocas del Orinoco. Las tropas estarían mandadas por Mateo Emparan, apoyadas por el gobernador Vicente Emparan.
  6. Juan Bautista: Tomó los hábitos. Cuando Carlos IV ocupó el trono, se convirtió en confesor de honor del rey.
  7. Agustín Ignacio: Fue un hombre de letras. Alcalde del Crimen de la Real Audiencia de México, colegial de la Universidad de Salamanca, regente de Manila, caballero de la Orden de Carlos III.
  8. María Asunción: Poco se conoce de su vida.
  9.  Pedro: Lo encontramos en Cumaná al lado de su hermano Vicente, gobernador de Cumaná en 1792. Fue alcalde ordinario de la provincia. No volvió a España. Se estableció en Barcelona (Venezuela), en la población del Chaparro (estado Anzoátegui). Casado con Gracia Arveláiz, se emparentó con una de las familias más influyentes del oriente venezolano. Tuvieron tres hijos: Pedro Miguel, quien llegó a ser teniente coronel del ejército patriota; Salomé y Juana Francisca. No se sabe exactamente cuando cambiaron el apellido por Amparan Arveláiz, pero el estudio de Ignacio Arteche 
Elejal así lo afirma. Los descendientes de Pedro Emparan se emparentaron con la familias de Antonio José de Sucre y José Tadeo Monagas. 
  10. Vicente Ignacio Antonio Ramón, quien nació en Azpeitiko Udala (Azpeitia), provincia de Guipúzcoa, el 5 enero de 1747.

La Academia Militar de Matemáticas

Recién cumplidos los quince años, Vicente Emparan obtuvo plaza para ingresar a la Academia Militar de Matemáticas y Fortificación de Barcelona, que había abierto sus puertas en 1700 durante la Guerra de Sucesión, con profesores traídos de Bruselas. En aquella institución quedaba plasmado el espíritu de la Ilustración. La Academia formaba ingenieros militares en tres años, dividido a su vez en cuatro cursos. La esencia  cognoscitiva impartida era técnica–matemática.

En el primer curso se enseñaba Aritmética, Geometría práctica, Trigonometría, Topografía, Esfera Terrestre. En el curso siguiente: Artillería, Fortificación, Ataque y Defensa de Plazas, Táctica, Movimientos de tropas, y Geografía. En el tercer curso se estudiaba Mecánica y Maquinaría, Hidráulica, Construcción, Arquitectura civil, con  lecciones extraordinarias de Perspectiva, Elaboración de Cartas Geográficas y Resolución de Problemas Náuticos. El último curso de la Academia comprendían materias de Diseño y Construcción de Edificios Civiles y militares, Cartografía y Elaboración de Mapas.

Emparan estudió dos años y medio. Obtuvo el grado de alférez del ejército el 1º de noviembre de 1764.

El prestigio de estos oficiales ingenieros egresados de la Academia militar era tal, que los poderosos ministros de Estado los consideraban elegibles para responsabilidades en la administración y gobierno, una situación de enojosos desencuentros con aquellos oficiales formados en el diario hacer de los regimientos dispersos por el mundo.

Estos supuestos se cumplieron en el caso de Emparan, quien se destacaría como gobernador en funciones.

En el Real Ejército

Finalizado el período de formación en la Academia Militar de Matemáticas en Barcelona, Emparan es boletinado al regimiento de Cantabria, un antiguo pie de Tercio guipuzcoano, con varias fusiones y refusiones a lo largo de su historia, y con unos requisitos de ingreso particulares: una estatura mínima de 1,54 metros, robustos y sin imperfecciones físicas.

No es prolija la información sobre los primeros destinos de Vicente Emparan, sabemos por su expediente profesional, que fue destinado sucesivamente a Barcelona, Zaragoza y Orán.

La vanguardia tecnológica de los siglos XVII y XVIII se reflejaba en el desarrollo de la Armada española, por los avances estructurales de la máquina más avanzada del mundo: el buque de guerra; así como de la hidrografía, los sistemas de armas y explosivos, la metalurgia, la química, la hidráulica, la física, entre otras. 

Vicente Emparan presentó su solicitud de transferencia a la Real Armada en 1768. La petición fue aprobada el 16 de marzo de 1769. Fue dado de alta con el grado de alférez de fragata. No tenemos certeza de los motivos que lo llevaron a tomar esta decisión, pero si podemos afirmar que era el cuarto hermano que sentaba plaza en los buques de guerra. 

Poco después Emparan recibe su primer destino a bordo del Triunfante (13 de abril de 1769), un navío de línea de 70 cañones. Navegó hacia Mallorca y Cádiz, donde desembarcó para su hacer efectiva su transferencia al navío Dragón, del mando del capitán de navío José Luis de Sierra. El buque formaba parte de la escuadra del marqués de Casa-Tilly, enviada a proteger el tráfico entre América y España.

El navío San José será el próximo destino (1770), una unidad  de 74 cañones  recién construida en los astilleros de la Habana, y dirigida por el capitán de navío Alejo de Rubalcava. Ese mismo año pasó al navío Santo Domingo, de 74 cañones, que tuvo una muy corta vida útil. Comandado por el capitán de navío Juan Antonio Cordero, dedica sus actividades a servir de escolta a los mercantes que navegan hacia América. El 16 de junio de 1771 el Santo Domingo hace su último viaje al Ferrol, pues poco después es desarmado.

Emparan se encuentra en Cádiz a mediados de 1771, momento en que recibe el despacho para la fragata de 30 cañones Santa Dorotea, del mando del capitán de fragata Manuel de Bedoya. Realiza varios cruceros de corso entre Ceuta y Cartagena del Levante. Siguió realizando iguales actividades a bordo de la fragata Teresa.

El primer viaje a América lo realiza para el Virreinato del Perú a bordo de la fragata Liebre, del mando del capitán de fragata Manuel Guirol, un oficial que se había distinguido en la defensa del Morro de la Habana. Zarparon desde Cádiz el 19 de diciembre de 1772. Emparan viajó como comandante de  Guarnición de Infantería de Marina. Una vez en Lima, es reasignado junto a su Compañía, al navío Peruano.

En el transcurso de la comisión al Pacífico, asciende al grado del alférez de navío ( 19 de enero de 1774).

El 2 de diciembre de 1775 pasa al navío San Julián, del mando de capitán de navío Antonio Osorno, quien recalaba en el puerto del Callao con azogue y pertrechos de guerra. Junto al navío San Pedro Alcántara, atraca de regreso a Cádiz el 20 mayo de 1776. En el tránsito hacia España, Emparan asciende a teniente de fragata (16 de marzo). En poco menos de un año obtuvo los galones de teniente de navío.

Destinado al servicio de artillería de la fragata Júpiter, pronto pasó a las fragatas Venus y Teresa respectivamente. En ésta última viajó a la isla de Santa Catalina (Brasil) y Montevideo, una de las unidades que formaron parte de la expedición de Pedro Ceballos contra los portugueses. Tomó parte en la comisión para levantar los planos del lugar. De regreso, la fragata desarboló y debió arribar a las costas de Puerto Cabello, donde fue reparado. Sería el primer contacto de nuestro biografiado con el territorio venezolano.

De vuelta a Cádiz, Emparan embarca en San Pablo, un navío de dos puentes y 74 cañones construido en el Ferrol según los planos de Gautier. La mandaba el capitán de navío Carlos de la Villa. 

El bautizo de fuego lo tendría en la primera campaña sobre el Canal de la Mancha en junio de 1779, su buque formaba parte de la escuadra de uno de los marinos mas distinguidos del siglo XVIII: Luis de Córdoba. Un poco más tarde participa en el bloqueo al estrecho de Gibraltar.

Pasó al navío Purísima Concepción, del mando del capitán Miguel Gastón, parte de la Segunda División de la escuadra del teniente general Luis de Córdova. Junto a la escuadra francesa y en el contexto del apoyo a la Guerra de Independencia estadounidense, apresaron el doble convoy inglés que salía a las Indias Orientales y hacia América (cabo de Santa María, 9 de agosto de 1780), iban cargados de tropas, pertrechos y armas para apoyar a las guerras en desarrollo.

Córdova pasaba los 70 años pero su experiencia y conocimiento eran prendas irremplazables. Coloca un farol en el trinquete del navío Santísima Trinidad. Los ingleses creen que se trata de una señal del jefe del convoy, cuando amanece es demasiado tarde, en la primera vuelta 50 mercantes resultan apresados con más de dos millones libras en mercancías. 

Los cambios tan rápidos en tipo y número de embarcaciones tienen varias explicaciones. Podemos pensar en la idea de que Emparan no pasó por la Compañía de Guardiamarinas, pero tenía una base de matemáticas avanzada. Estuvo sus primeros cinco años prestando servicios en tierra, algo que no se acostumbraba a hacer con oficiales navales de tan bajo grado, por lo tanto debía ser calificado en sus competencias, y una manera eficaz es el cambio constante de unidades según su tipo. 

Al parecer fue preferido para responsabilidades como artillero e infante de marina por su formación en el ejército, pero esto es una conjetura.

El sitio de Gibraltar

En 1781, Emparan obtiene el mando de su primer buque de guerra, el jabeque Liebre, y el mando de la Segunda División de lanchas cañoneras del Apostadero de Algeciras, que desarrollaba operaciones de sitio sobre Gibraltar. Participó en las acciones de ataque con las baterías flotantes (13 de septiembre de 1782),  embarcaciones de gran superficie en la que se apostaban gran cantidad de soldados a la vez que dejaba circular en su interior el agua del mar con el fin de evitar los daños causados por las llamadas balas rojas, proyectiles calentados al rojo vivo. Según su expediente de servicios, hizo varias presas inglesas. 

Por sus acciones en Gibraltar, Emparan es recompensado con su promoción al  grado de capitán de fragata (21 de diciembre de 1782).

Firmada la paz con los ingleses (3 de septiembre de 1783), tocó a Emparan comandar el tránsito de noventa y seis embarcaciones menores (brulotes, cañoneras, y demás auxiliares desde Cádiz hacia Cartagena).

Bombardeo de Argel

Antonio Barceló se nos presenta en la historia naval española como un esforzado marino desde sus inicios como grumete. Un oficial que obtuvo el grado de teniente general por mérito propio. Sus hazañas en la guerra  en el mar lo convirtieron en una leyenda. De ingenio poco común, inventó la lancha cañonera y su uso en las fuerzas sutiles, sus prestaciones serían experimentadas con éxito en Venezuela.

Vicente Emparan tuvo la oportunidad de servir bajo el mando de Barceló  en la segunda expedición contra Argel, el 26 de julio de 1783. Obtuvo el mando de una de las divisiones de la poderosa escuadra que zarpó desde Cartagena del Levante: cuatro navíos, cuatro fragatas, nueves jabeques, diecinueve buques de menor porte y otras tantas lanchas cañoneras, veinte bombarda, mas dos fragatas de la Orden de Malta. 

Barceló recomendará vivamente la promoción de Emparan al grado de capitán de navío. Una real orden así lo dispone sin que llegara a hacerse efectiva.

Finalizada la campaña de Argel, por vez primera Emparan gozará de su primera licencia en tierra. Cumplía catorce años embarcado sin la oportunidad de un largo descanso.

En el San Idelfonso

El navío de 74 cañones San Idelfonso está ligado a nuestra historia, en él viajó Simón Bolívar por vez primera a España en 1799. Perteneciente a la series de navíos de línea llamado “Idelfonsinos”, fue botado en los astilleros de Cartagena el 22 de enero de 1785. Las pruebas de mar fueron realizadas por el célebre José de Mazarredo. Junto a Ignacio de Álava y con el alto rango de embajador, se dirigió a Argel en este navío en misión diplomática de paz, firmada el 14 de junio de 1786.

De vuelta a Cartagena, obtiene el mando de la fragata Nuestra Señora del Loreto en enero de 1786. En septiembre entregó el mando. 

Potobelo

San Felipe de Portobelo era una ciudad perteneciente a la Gobernación de Panamá. Estratégico puerto comercial, había logrado fama por las desaparecidas ferias anuales, punto de encuentro de la flota de Indias, y lugar donde quedaba temporalmente almacenada la plata extraída del Virreinato de Nueva Granada, el oro y otras mercancías del Virreinato del Perú, para ser exportadas a España. 

La Gobernación de Panamá representaba el último bastión del espacio geográfico que los españoles denominaron “Tierra Firme”. Adscrito al Virreinato del Nuevo Reino de Granada, para aquel entonces dirigido por otro marino de rancia estirpe que había comenzado su carrera política como capitán de fragata en el gobierno de las islas Malvinas: el teniente general de la Armada Francisco Gil y Lemos. El futuro virrey del Perú gozaba entre otras distinciones, de bailío y gran cruz de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta.

Portobelo era una ciudad limitada por la espesa selva, poco poblada, y cuya guarnición de los fuertes no pasaba de 140 hombres. Varias veces saqueada y ocupada, a pesar de su importancia, el urbanismo dejaba mucho que desear:

La ciudad es pequeña, sus casas en general de madera habiendo muy poca cuyo primer cuerpo sea de cal y canto: tiene una calle larga, otra  corta en la misma dirección que la costa, con alguna otra pequeña que la atraviesan, ocupa la parte llana de la falda de la montaña hasta la orilla de la mar: hay dos plazas capaces, una al frente de la contaduría o cajas reales, cuyo edificio es muy bueno y de cal y canto, y la otra en el sitio que halla la iglesia parroquial que también es de cal y  canto. A más de esta iglesia hay otra dos, una de la Merced muy desmantelada y pobre con convento arruinado, y la otra de San Juan de Dios con fundación de hospital; pero en realidad no lo es por su pequeñez y pobreza.

Poco conocemos sobre las circunstancias que hicieron posible el salto de Emparan al quehacer político. Una real orden del 27 de marzo de 1789 dispuso su nombramiento como gobernador político y militar de la plaza de San Felipe de Portobelo.

Podemos pensar en varias posibilidades. Su hermano Juan Bautista Emparan era confesor de honor de Carlos IV, pero también estaba pendiente la recompensa dispuesta por el desempeño en Argel como combatiente, y posteriormente como embajador. 

Poco después de su nombramiento, Emparan fue promovido a capitán de navío (8 de junio de 1789), siendo el último que obtendrá en el Cuerpo General de la Armada. En adelante sus nuevos grados provendrán del ejército.  Los grados navales o del ejército para jefes políticos en América poco tenían que hacer con el mérito contraído a bordo. En la mayoría de los casos eran ganados en la dura fragua de una vida, en la que los periodos en tierra eran escasos, y los sacrificios en la mar, muchos. Para su superior, el virrey Gil y Lemos no fue un inconveniente prestar servicios en funciones del gobierno colonial, y alcanzar las más altas jerarquías en la Real Armada. 

Emparan embarcó para Portobelo a bordo de la fragata Nuestra Señora de la Paz. Arribó en aquel puerto en agosto de 1789.

Portobelo tenía uno de los peores índices de mortalidad por causa de las enfermedades tropicales:

Como la ciudad está rodeada de cerros según queda indicado, no permiten que el viento la bañe y atempere,  por tanto el calor es excesivo: así mismo como la espesa arboleda que hay en los cerros no dejan pasar el sol, exhalan estas vapores gruesos (…) El clima como se deja inferir es muy húmedo, cálido por consiguiente malsano.

De tal manera que los esfuerzos del nuevo gobernador estuvieron dirigidos a crear mejores condiciones sanitarias para la población en general. Llama la atención que antes de partir a su destino, había solicitado el pago del impuesto colonial de  media anata, beneficio que obtenía por el cargo recibido, correspondiente a la mitad del sueldo del primer año en funciones. Según sus palabras, estaría dirigido para labores de tala y desmalezado. Un observador de su tiempo, que no le negaba críticas a quien lo merecía, lo describía en estos términos:

El gobernador don Vicente Emparan, capitán de navío de la Real Armada, hoy mariscal de campo de los Reales Ejércitos, para corregirlo (el clima) en lo posible emprendió en 1789 para apartar el monte de la ciudad, a fin de darle alguna ventilación, pues lo árboles llegaban hasta ella; y al efecto y para estimular al vecindario fue él primero a tomar el hacha y principiar a abatir los árboles , y a su ejemplo concurriendo lo vecinos logró fuese algo más sana la ciudad y que se librase de las fieras que con estrago se introducían en ella (…) en todas parte ha sido admirado por su celo, actividad, justificación, pureza, desinterés y beneficencia manteniendo lo pueblos en justicia, y mereció ser amado de todos.

Su actuación como gobernador no pasaría desapercibida.

Continuará…

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