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Festinalent

VA IGNACIO PEÑA CIMARRO

  • por

SEMBLANZA DE UN DESTACADO OFICIAL NAVAL

JAIRO BRACHO P.

Enero del 2014, el personal militar de guardia en el portalón de la Comandancia General de la Armada se desenvuelve en su cíclica y minuciosa faena: casquillos y pisos pulidos, formación de relevo, los honores del alba con pito marinero, los continuos vozarrones del alférez de guardia, el arribo intermitente de los tripulantes, el sopor del momento después.  

No ha pasado mucho tiempo cuando se presenta frente al sargento de portalón un hombre que ha pasado de largo la tercera edad, alto, muy blanco, sanguíneo, de bigotillos de toda la vida. Lleva una vestimenta modesta pero de buen gusto. El sargento ha amanecido con actitud de perdonavidas, lo hace esperar sin fórmula de cortesía. El visitante no protesta, rostro inexpresivo. Calma de energía contenida cultivada desde sus tiempos de cadete. Poco después aquel se ha enterado quién era el anciano que preguntaba por la Caja de Ahorros, lo deja pasar sin más. Treinta años antes Ignacio Peña Cimarro pasaba por aquel recinto recibiendo un sinnúmero de atenciones por cada costado. La cortesía y la obediencia por obligación es un feo defecto. 

Conocí al VA Peña Cimarro en 1991, casi al final de su carrera, y a pesar de las opiniones de aquellas peñas de contemporáneos retirados de palabras ausentes y malos afectos, sólo puedo referirme a este oficial en términos afectuosos: Fue un hombre de pocas palabras, acciones concretas, superior preocupado, atento, dispuesto, capaz de sorprenderte.

El 14 de febrero de 2023 entregó su alma al Creador en la ciudad de México. Pero, ¿Quién fue y que representó su devenir en nuestra Armada?

Ignacio Peña Cimarro nació en la ciudad de Mérida el 11 de agosto de 1942. Con 16 años ingresa a la Escuela Naval de Venezuela en un período de grave turbulencia política. Como cadete sobresalió por su buena conducta, por lo que obtuvo varios premios. Ocupó el quinto lugar en el orden de mérito general en la promoción “Francisco de Miranda”, egresada el 5 de julio de 1963, durante el mando del CA Ricardo Sosa Ríos.

Es boletinado a su primera responsabilidad como adjunto a la División de Propulsión del Departamento de Ingeniería del destructor Zulia. En octubre de 1963 pasa a la orden del Comando de Infantería de Marina.

Poco después se desempeña como jefe de la División de Control de Armas y Auxiliares del destructor García. En marzo de 1965 lo encontramos en el patrullero Calamar. 

En enero de 1966 es destinado a jefe de División de Control de Averías del destructor Almirante Brión. Al año siguiente se desembarca en la Base Naval Agustín Armario, donde es adjunto al Departamento de Bienestar Social. 

Los primeros ocho meses de 1968 realiza un curso de especialización en Maquinaria Naval (Escuela Naval de Venezuela). Pasa luego a la División de Propulsores del Departamento de Ingeniería del destructor Juan José Flores. 

Con el grado de teniente de navío, ejerce la jefatura del Departamento de Ingeniería del remolcador Felipe Larrazábal en julio de 1969, hasta el año siguiente, momento en que es adscrito al Departamento de Almacenaje y distribución de la Base Naval Agustín Armario. En diciembre de 1971 es el jefe del Departamento de Ingeniería del destructor Juan José Flores. Desembarca en julio de 1973 para ocupar la Jefatura de Instrucción de Ingeniería del Centro de Adiestramiento Naval Felipe Santiago Esteves. 

Como capitán de corbeta recibe la División de Ingeniería del destructor Falcón en noviembre de 1973. Poco meses después resulta elegido para realizar un  curso de Ingeniería Eléctrica en la Escuela de Post-grado de la Armada, y los estudios formales de esta especialidad en la Universidad Central de Venezuela, en la que se gradúa en 1976. Es enviado los dos primeros meses de 1977 para realizar un curso de Control de Técnicas de Soldadura en Italia. Ese año asciende a capitán de fragata.

En 1981 es el jefe de la División de Ingeniería de la Jefatura de Logística.  En Julio asciende a capitán de navío. Se ocupa de las remodelaciones de los destructores Clemente y Morán. En marzo de 1984 lo encontramos como jefe de la División de Sistemas Navales de la Jefatura de Logística. En agosto pasa a ser el jefe de la Comisión Inspectora en Italia, hasta agosto de 1985. Ascendido a contralmirante, comanda la Base Naval Agustín Armario por dos años.

Asciende a vicealmirante el 5 de julio de 1987.  Sub-inspector de las Fuerzas Armadas ese año. En julio de 1989 es nombrado comandante Naval de Logística.

El 20 de junio de 1991 ocupa el comando general de la Armada.

Durante su gestión se inicia el proceso licitación para el mantenimiento mayor de dos fragatas. Es un momento en que la prensa y los medios en general forman un ambiente de hostilidad contra estas diligencias, sin que nada de aquello pudiera ser comprobado. Las manipulaciones de empresas competidoras, y porque no decirlo, de representantes a lo interno de aquellos intereses:

Fuerzas perversas interesadas en actualizar nombres ya olvidados, sorprendiéndonos en el desconcierto de quien es agredido por sorpresa … nos acordamos de Santa Bárbara sólo cuando truena. Ojalá y no truene tanto para acordarnos de Santa Bárbara y darnos cuenta que las fragatas no la podemos emplear ni siquiera como medio disuasivo… y que se deba pedir cuentas por su total degradación a quienes no actuaron correspondiéndole para llenar los extremos que permitieran su mantenimiento mayor.

Peña Cimarro sostuvo una fuerte lucha por el mejoramiento de los presupuestos generales, al que consideraba un esquema porcentual absurdo, casi invariable, “Heredado de cuando las fuerzas eran fundamentalmente terrestres”. Su argumento sobre un nuevo esquema estratégico mundial por la guerra de recursos y la ampliación de los espacios marítimos cobra enorme vigencia para justificar una Armada fuerte con tecnología avanzada.

Hizo frente a los sucesos del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992 en el seno de la Armada, en especial, a la fractura institucional, consecuencia de todo aquello. La sociedad venezolana permanece en expectativa por el juicio al presidente de la república y por las presiones del gobierno colombiano por los temas limítrofes pendientes. Una interacción infrecuente es sostenida con los medios políticos, algo que supo sortear con el mayor decoro.

Las palabras que pronunció al referente merecen una reflexión: 

Muchas pueden ser las excusas… pero ninguna justifica a quienes recibimos las armas para defender la patria…mal precedente sería que los problemas del país lo resolvamos los militares… cuando se discrepe entre la actuación del gobernante y los gobernados.

La revisión de las funciones de guardacostas, el impulso hacia el sur de Venezuela y la Fachada Atlántica, participación en el proyecto de Ley de Policía Federal, un acuerdo de adiestramiento con la CAVN, el reinicio de las maniobras conjuntas con la Armada colombiana suspendidas en 1987,  son otros aspectos no menos importantes de su gestión.

Ignacio Peña Cimarro pasó a retiro en junio de 1993.

Llevó una vida discreta, alejada de la diatriba pública.

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