JAIRO BRACHO
JOSÉ DE LOS SANTOS SÁNCHEZ
El capitán de navío José de los Santos Sánchez formaba parte de una familia de marinos zulianos de nombradía. José y su hermano Pedro se habían radicado en Puerto Cabello desde los tiempos de la Federación. Los Sánchez, junto a los hermanos Cotarro, Miguel y Rafael Fuentes; Jorge y Zenón Montero, ocuparon la comandancia de los buques de guerra entre 1888 y 1915 aproximadamente.
José de los Santos fue considerado uno de los marinos más capaces de finales del siglo XIX. Inspector General de Marina (1895). Comandante del vapor General Ribas (1896). Comandante del vapor Zamora (1897-1899, 1909 y 1912). Comandante interino del Restaurador (1903). Segundo Comandante del vapor Zumbador (1905) entre otros cargos. Su mayor aval lo constituye la vocación a la enseñanza de las artes navales en Puerto Cabello. Condecorado por el Gobierno norteamericano con la Orden del Congreso.
Carlos C. Sánchez fue el último Director de la Escuela Naval de Maracaibo (1883). Se quitó la vida cuando era comandante del vapor de guerra Libertador, prefirió su destino antes de recibir un reproche que consideraba humillante.
Ernesto Sánchez La Cruz ingresó a la Armada de la mano de su tío, José de los Santos. Llegó a ser teniente de fragata. Prestó servicios a bordo del caza torpedero “Bolívar” (1902-1903). Participó en la batalla de Ciudad Bolívar. Una vez retirado y atraído por la fiebre del oro, descubrió el Churun Merú.
Otro sobrino de José de los Santos, tuvo una trágica muerte en Güiria. El guerrillero Tomasito Guerra se apodera del vapor de guerra Margarita en aquel puerto, dando muerte a su comandante, el teniente de navío Federico Sánchez.
Lo memorable del arresto a José de los Santos fue el arrestado y las circunstancias que rodearon el hecho. El sancionado contaba con 25 años de servicios y no pocas heridas de batallas, un veterano de piel curtida por la sal y ajada en largas vigilias con catalejo, corredera y sextante, manos apergaminadas por la batalla constante contra el mar de leva y los vientos encontrados.
En diciembre de 1911 el Comandante del vapor Zumbador, TN Juan de Mata Peláez, había sido reemplazado temporalmente en el mando por motivos de salud, por el CN José de los Santos Sánchez, comandante titular del vapor Zamora.
Durante la Restauración, el Inspector General de la Armada dirigía las revistas de los buques al estado y conservación de las máquinas. Progresivamente, y gracias al Código de Marina de 1904, fue extendiendo sus atribuciones, a aspectos como la moral y disciplina, entre otras. El inspector debía ser un ingeniero o un oficial experto en el funcionamiento de calderas y máquinas.
Durante el período de gobierno de Juan Vicente Gómez, en no pocas oportunidades, oficiales sin las cualificaciones necesarias recibieron la titularidad de la Inspectoría General de la Armada, y a carencia de preparación, optaron por auto – erigirse en garantes incondicionales de los laudatorios ruidosos y testimoniables. El correveidile, la vigilancia abierta o subrepticia de la oficialidad, eran asuntos tratados con suma gravedad cuando de probar lealtades se trataba.
La denominada “revista de comisario” era una lista de chequeo del personal de a bordo, esto tenía que ver con la constatación física de cada tripulante, su sueldo y calidad de alimentación. Admitían la posibilidad de planteamientos individuales por novedades insalvables para el comandante del buque. Servía muy bien para saber de lealtades y tendencias políticas.
A simple vista la causa del arresto al CN José de los Santos Sánchez parecía un asunto de rutina, por la supuesta mala administración del rancho, pero la respuesta de la Inspectoría por causa de un menú mal elaborado fue excesiva y por demás, arbitraria.
El oficial naval de principios del siglo XX era característicamente lacónico. Poco dados a manifestaciones nerviosas y exultantes de sumisión, en general recibían las apoteosis y las ovaciones a los jefes de turno con poco entusiasmo, aunque luego, en las acciones de defensa del orden constitucional fueran de distinto talante.
El 30 de diciembre de 1911, el Inspector General de la Armada, general Rafael Anzola, pasaba revista a los buques de guerra en Puerto Cabello, correspondiéndole en su momento, el vapor Zumbador.
Ese día el vapor “Zamora” se engalanaba con el empavesado para la colocación de un retrato del general Juan Vicente Gómez. Lo que pudo ser algo de la cotidianidad, se convirtió en una apología con tintes ridículos. Los comandantes de las unidades navales estaban obligados a asistir. José de los Santos Sánchez no lo hizo.
El Inspector Anzola se tomó muy mal aquello que consideró sin mayores meditaciones, un desplante al presidente mismo. El CN Sánchez empavesó a media gala el buque en el que servía interinamente. El Inspector perdió la serenidad.
A bordo del “Zumbador”, el marinero Juan Martínez, diciendo ser vocero de la marinería, hizo al inspector un reclamo colectivo, que bien pudo ser canalizado por los mandos naturales y enmendado con un simple tirón de orejas al jefe del rancho. A juicio de aquel, la mala alimentación a que estaba sometida la tripulación, se comprobaba porque no se servía carne en el desayuno. Enterado Sánchez, y tal como era su potestad, dio de baja al marinero.

El 1 de enero de 1912, el general Anzola ordenó a Sánchez presentase a bordo del vapor General Salom. Sin considerar edad ni antigüedad en el servicio, le trató de forma muy grosera[1].
Sánchez respondió con serenidad. Aquella actitud lejos de calmar a Anzola, lo alteró, y ofreció de patadas al viejo marino, “un incalificable vejamen” [2]. Le impuso arresto severo por cinco días en el vapor Salom y ordenó reenganchar al marinero Martínez.
Anzola se apresuró a informar al Ministro de Guerra y Marina y de forma directa, al presidente de la República. El telegrama de respuesta exigía para formalizar aquello, un informe circunstanciado de las causas del arresto que Anzola explicaba brevemente como mal manejo del buque y abuso de autoridad al dar de baja al marinero que había presentado el reclamo.[3]
Sánchez telegrafió de inmediato al ministro Castro Zavala, poniendo el cargo a la orden y explicando pormenorizadamente, las circunstancias del arresto y la humillación sufrida.[4]
Aquello unió a los oficiales. Al parecer varios marinos se enfurecieron hasta el punto de desear un encuentro con el inspector, para darle una respuesta propia de hombres de guerra y de “sangre más viva”, nada acostumbrados a las bravuconadas sin sablazos:
Esto dio por resultado un descontento general, quedando el temor de que pueda repetirse tan injusto proceder con otro comandante de sangre más viva, y las fatales consecuencias que esto pudiera ocasionar. [5]
Muchos apoyaron por escrito a Sánchez, y dirigieron representaciones colectivas[6] o individuales al ministro y al agraviado[7], haciendo ver la ofensa inferida. Oficiales de la talla de Julián Serrano Márquez, pidió ser destituido de la segunda comandancia de su unidad para no tener que frecuentar al inspector.[8]
El asunto llegó a manos del Presidente. Horas más tarde del mismo día 1º, el CN José de los Santos Sánchez era puesto en libertad y el arresto anulado.[9]
LORENZO MERCADO SUÁREZ
El capitán de fragatra Lorenzo Mercado Suárez tuvo muchísimas virtudes,[10] modelo referencial para las generaciones que leerán estos textos. La primera, su honestidad personal. Provenía de una familia con dinero habido por medios lícitos y por el esfuerzo patrimonial. Otra de ellas, el hecho de que tenía un promedio intelectual sobresaliente. Profesor de las generaciones que gobernaron la Marina de Guerra en los años 70 y finales de los 60. En suma, fue un oficial de rectitud insospechable.
Con la muerte de Felipe Larrazábal, el director de la Escuela Naval, capitán de navío Antonio Picardi, asumió la Dirección de Marina, pero no entregó su antiguo cargo. Esto significa desde lo formal, que lo relacionado al manejo financiero, entre otros aspectos, eran de la absoluta responsabilidad de Picardi. La Dirección de la Escuela Naval sufrió dos itinerancias: la primera, del CC César Eugenio Castillo, la segunda del TN Lorenzo Mercado. Éste recibió cargo de manos de Castillo Barrios el 16 de mayo de 1940. Hasta el momento era Jefe de Estudios (actual Jefe Académico) .[11]
Los días pasaban sin variar el estado de cosas. Los manejos de caja seguían en manos del antiguo director, debiendo Mercado Suárez dedicarse a la incómoda tarea de cobrar a deudores por préstamos personales que la Dirección otorgaba, algunos extraños a la Escuela.[12]
Mercado mantenía la disciplina que le inculcó el viejo oficial alemán y profesor Benjamin Linton, por ello, calló. En una oportunidad apareció Picardi en la Escuela Naval y pidió abrir la caja fuerte para que le entregaran Bs. 3.116º en efectivo que alegaba, eran de su propiedad.
Días después Mercado solicitó una auditoría por parte del Ministerio de Guerra. La comisión en efecto, bajó de Caracas a la Escuela y realizó la auditoría de cuentas. Nada sucedió. No hubo respuesta.[13]
Mercado solicitó nueva auditoría. A los efectos designaron al general Antonio Chalbaud Cardona, el coronel Juan de Dios Célis Paredes y al auditor del Ejército. La comisión alegó falta de pruebas sumado a la negativa de Picardi sobre los hechos señalados por el TN Mercado.[14]
Finalizadas las celebraciones navideñas de 1940, en los primeros días de enero, Mercado obtuvo una audiencia con el Ministro de la Defensa para dirimir un asunto que le preocupaba.
Al parecer, el Ministro se extendió en defender a Picardi y despidió a Mercado con cordialidad, momentos después, y sin mayores explicaciones, el Jefe de la Guarnición de la Guaira, recibía una esquela del Ministro, indicando que el TN Lorenzo Mercado pasaría tres meses arrestado en el castillo de San Carlos en esa ciudad. El 20 de abril, terminó la sanción.[15]
Las anécdotas familiares refieren que Mercado Suárez por tal causa persiguió con un arma a Picardi por haber puesto en tela de juicio su honor, y éste se escondió detrás de las cortinas de las oficinas de Medina, donde consiguió ponerlo a bailar en puntillas a causa de algunos disparos sin que el asunto llegara a mayores salvo el referido arresto[16].
Al final de sus días, cuando la Revolución de Octubre había acabado con generaciones de oficiales, proyectos de vida cabalgados sobre la carrera naval, Picardi y Mercado se reconciliaron, fueron buenos amigos, con un trato familiar que terminó con la temprana muerte del eterno profesor de la vieja Escuela Naval.
CARLOS LARRAZÁBAL UGUETO
Carlos Larrazábal Ugueto fue comandante general de la Marina entre 1958 y 1962, había egresado de la Escuela Militar y Naval en Maracay el 2 de febrero de 1932. Hermano del Presidente de la Junta de Gobierno (1958), gozó de una posición excepcional y de un poder ilimitado. Apoyó abiertamente los movimientos revolucionarios que la Marina de Guerra protagonizó en 1962. No fue sancionado.
Impuso en la Armada el estilo principesco de mandar, forma de hacer que ha resultado odiosa, pues tuvo imitadores. Mientras hablaba por teléfono, su secretaria le colocaba el auricular en la oreja. En palabras de su cuñado, el CA Ricardo Sosa Ríos, Carlos Larrazábal fue llevado, él no llegó a lado alguno.
Lo dicho por Sosa Ríos se verifica por el hecho de que siendo comandante de una unidad de guerra, recibió una terrible sanción disciplinaria, y estuvo a punto de ser sometido a juicio. Con dos meses de arresto en fortaleza en el expediente, bien es sabido, que la carrera toca a su fin. Este caso representa el drama del poco esfuerzo y mucha habilidad para conseguir lo que el trabajo y la disciplina no logran por los caminos establecidos, y que tanto se recalcan en las forjas de las escuelas.
No se sabe cómo y aún con el proceso disciplinario en su expediente, la Junta Revolucionaria de Gobierno, le llenó de consideraciones y honores, y no bastando con eso, poco después, le ascendió a capitán de corbeta (31 de diciembre de 1945). Dos años después era capitán de fragata.
Carlos Larrazábal disfrutó de los beneficios de un movimiento militar del que nunca fue parte, obtuvo privilegios que muchos de los cófrades que conspiraron no pudieron alcanzar.
Una carrera meteórica, aparejada de unos cargos envidia de la oficialidad de mando, cubierta y máquinas, que dejaron energías y juventud en los buques grises por una paga miserable de quince y último.

Durante diez años, los afanes de Carlos Alberto discurrieron entre convites, saraos y besamanos en los circuitos diplomáticos. Agregado Naval en los Estados Unidos (23 de noviembre de 1945); Agregado Naval en Brasil (16 de marzo de 1949); Agregado Naval en los Estados Unidos (18 de julio de 1950); Agregado Naval en Méjico (27 de agosto de 1952); Agregado Naval en España (23 de agosto de 1953). [17]
Pero los diez años en funciones diplomáticas no finalizaron con unas responsabilidades algo más comprometidas con la profesión del mar. Cuñado del Jefe de la Primera Sección del Estado Mayor General, accedió a la Presidencia del Instituto Nacional de Canalizaciones (24 de enero de 1955), en el que permaneció hasta el 10 de enero de 1958, cuando el Presidente Marcos Pérez Jiménez, presionado por el Alto Mando y el todopoderoso Estado Mayor General, debió modificar el gabinete ministerial. Carlos Larrazábal fue nombrado Ministro de Fomento.[18] En total, siete años embarcado, correspondiente a sus primeros grados. De los restantes, hemos dado debida cuenta.
Instalado Wolfgang Larrazábal en la Presidencia de la Junta de Gobierno (23 de enero de 1958), su hermano, que había permanecido alejado de la Armada por más 12 años, se convirtió en el nuevo Comandante General de las Fuerzas Navales, poco después, denominada, Marina de Guerra.
Pero retomando el tema objeto de este escrito, el 30 de diciembre de 1942, el TN Carlos Larrazábal recibió el mando de uno de los buques más modernos de la Armada, el cañonero “General Urdaneta” [19].
El segundo Comandante de la unidad, el teniente de fragata Alfredo Dao Guedes. Jefe de Máquinas, el teniente de fragata Ramón Rivero Núñez.
Dentro del plan de repotenciación de unidades navales, y con el fin de adaptarlas a la guerra moderna, especialmente la anti submarina, los cañoneros italianos Soublette y Urdaneta fueron enviados a los astilleros de Galveston.
El cañonero General Urdaneta partió el 12 de mayo de 1943. Arribó a Galveston el 7 de julio del mismo año. Una vez que regresó a Puerto Cabello, el Director de Marina pasó revista completa al buque, con las siguientes con observaciones:
Máquinas | Ajustes y revisión de válvulas; cambio de aros de los cilindros de máquinas; reparación de válvulas de achique; nuevas bombas para petróleo; limpieza de tanques; conexión entre colector de achique y colector de salvamento.Cambio de cojinete que volvió a fundirse pese a las observaciones del jefe de máquinas, de no mover el buque sin las pruebas necesarias. |
Electricidad | Revisión de cables y tableros de distribución, instrumentos de control. |
Cubierta | Reforzamiento de cubierta especialmente donde se colocaron nuevos cañones. |
Artillería | Remoción de los cañones de 102 y 76 mm. Instalaciones de dos cañones de 3/23” y dos anti aéreos de 20 mm. Dos lanzabombas de profundidad tipo “K”. Instalación de red telefónica para la dirección de tiro. |
Presentación de buque | Mal estado de presentación, se programó revista para un mes. |
Como correspondía a las obligaciones de su encargo, el TF Ramón Rivero hizo notar la necesidad de realizar una segunda prueba a un cojinete del eje principal de una de las máquinas que se había fundido. Contrariamente a las recomendaciones del Departamento de máquinas: “el Comandante estaba apurado por regresar y dice que envió un radio consultando si salía y que le fue devuelto a los tres días por la censura. En la opinión del suscrito el buque no esperó ni el Comandante hizo las objeciones necesarias para que se corrigieran los defectos notados en el Departamento de Máquinas[21]
Este incidente motivó una investigación de mayor alcance por la conducta del comandante, quien: “Había descuidado sus funciones de Comandante, al retirarse, en dicho puerto, a una casa particular para tratarse un acceso en la boca, sin haberlo participado a la Superioridad y sin tomar las medidas para que el Segundo Comandante cumpliera las instrucciones que se habían dado en relación con la misión encomendada; que igualmente, sin participarlo y contrariando las instrucciones recibidas había concedido permiso al Primer Oficial, Teniente Pedraza, para ir a New York en asuntos particulares; que descuidó, con menoscabo de la alimentación de la tripulación, la adquisición de provisiones; que no se tomaron providencias para que los oficiales y demás personal, según las órdenes recibidas, tomaran las medidas, vigilancia, aprendizaje y práctica que correspondía a cada uno de ellos salvo escasas excepciones y en virtud de propia iniciativa; y que, en general, fue deficiente y negligente en el comando de su unidad…“qué éste dejó de cumplir y de hacer cumplir las instrucciones que había recibido, no tomó providencias para el mantenimiento del buen servicio, se comportó con negligencia en sus funciones de Comandante y no desempeñó el servicio que le había sido confiado, por lo cual incurrió en faltas medianas y graves con las atenuantes de buena conducta y de poca práctica en el servicio y la agravante de cometer varias faltas a la vez, al tenor de los artículos 113, 114, 116 y 117 del Reglamento de Castigos Disciplinarios, de modo que corresponde a la Autoridad Militar decidir lo conducente. El Consejo, por vía informativa y por el hecho de notarlo en su investigación, advierte que también ha incurrido en faltas medianas y graves el Segundo Comandante del Cañonero “General Urdaneta”, Teniente de Fragata Alfredo Dao Guédez, a quien deberá sancionarse conforme al citado Reglamento”. [22]
Los involucrados recibieron dos meses de arresto en el fortín Solano de conformidad con los artículos 317, 318 y 319 de la Ley Orgánica del Ejército y la Marina.
El 24 de septiembre de 1943, los dos oficiales entraron a la fortaleza militar a cumplir el arresto con la sanción particular de tener restricciones de visitas. El 24 de noviembre, se presentaban en la Inspectoría. No recibirían nuevos comandos de unidades de guerra. Fueron destinados a cargos administrativos.[23]
Dao Guedes perdió su carrera, y la oficialidad insurgente le pasó a retiro en 1946. Carlos Larrazábal no fue mencionado en las Comisiones que investigaban las actuaciones de los oficiales antes del 18 de octubre de 1945. Pero esta es otra historia.
[1]AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (21). El CN José de los Santos Sánchez al Ministro de Guerra y Marina, a bordo del “Zamora”, Puerto Cabello, 2 de enero de 1912.
[2] Ídem.
[3] AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (12). El general Rafael Anzola al Presidente de la República, Puerto Cabello, 1º de enero de 1912. El general Rafael Anzola al Ministro de Guerra y Marina, Puerto Cabello, 1º de enero de 1912. El Ministro de Guerra y Marina al Inspector General. Caracas, 2 de enero de 1912.
[4] AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (21). El CN José de los Santos Sánchez al Ministro de Guerra y Marina, a bordo del “Zamora”, Puerto Cabello, 2 de enero de 1912.
[5] AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (11). El CN Julián Serrano Márquez al Ministro de Guerra y Marina, Puerto Cabello, 2 de enero de 1912.
[6] AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (17). La tripulación del vapor “Zumbador” al CN José de los Santos Sánchez, a bordo del “Zumbador”, Puerto Cabello, 2 de enero de 1912.
[7] AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (15). El TN Juan de Mata Peláez al Ministro de Guerra y Marina, Puerto Cabello, 2 de enero de 1912.
[8] AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (11). El CN Julián Serrano Márquez al Ministro de Guerra y Marina, Puerto Cabello, 2 de enero de 1912.
[9] AGNV. Ministerio de Guerra y Marina. Legajo Nº 03-03-10-30-0147 (2). Portada. El Secretario del Presidente, González Guinán, al Ministro de Guerra y Marina, Miraflores, 3 de enero de 1912.
[10] Vid. Jairo Bracho Palma, Hombres de Hierro. Tomo I. Caracas, Armada de Venezuela, 2011. Biografía de Lorenzo Mercado Suárez.
[11] Armada Bolivariana. Comando Naval de Personal. Dirección de Reserva Naval. Expediente Personal del CF Lorenzo Mercado Suárez. Lorenzo Mercado. Informe personal. Caracas, 28 de diciembre de 1941.
[12] Ídem.
[13] Ídem.
[14] Ídem.
[15] Ídem.
[16] Jairo Bracho Palma, Entrevista a Berta Mercado, Caracas, 2011.
[17] Armada Bolivariana. Comando Naval de Personal. Dirección de Reserva Naval. Expediente Personal del VA Carlos Larrazábal Ugueto. Hoja de servicios
[18] Ídem.
[19] Ídem.
[20] Armada Bolivariana. Comando Naval de Personal. Dirección de Reserva Naval. Expediente Personal del VA Carlos Larrazábal Ugueto. El CF. Antonio Picardi. Memorándum. Caracas, 2 de septiembre de 1943.
[21] Ídem.
[22] Armada Bolivariana. Comando Naval de Personal. Dirección de Reserva Naval. Expediente Personal del VA Carlos Larrazábal Ugueto. El Auditor de Guerra del Ministerio de Guerra y Marina. Sobre la actuación del Comandante del cañonero “Urdaneta”. Caracas, 14 de septiembre de 1943.
[23] Armada Bolivariana. Comando Naval de Personal. Dirección de Reserva Naval. Expediente Personal del VA Carlos Larrazábal Ugueto. El coronel Andrónico Rojas, director de Guerra, al director de Guerra, Caracas, 20 de septiembre de 1943. El comandante de la Tercera Zona Militar, al Ministro de Guerra y Marina. Caracas, 21 de septiembre de 1943.